lunes, 7 de abril de 2008

EL ISLOTE DEL DIABLO


El Islote del Diablo es una pequeña isla situada a unos diez kilómetros de la costa y donde se ha construido una pequeña instalación provista de unas veinte celdas provistas todas de televisores, friobar e instalaciones sanitarias con agua fría y caliente. Generalmente, los que son condenados al Islote del Diablo son parientes y amigos que como suele suceder, de vez en cuando cometen algún pequeño delito o alguno quizá un poco mayor, hechos que levantan la ira del pueblo y que ¡como no! son merecedores de un castigo ejemplar.

Los allí confinados no pueden recibir visitas de ningún pariente, salvo putas y travestis (a veces pasa) que dan algún consuelo cristiano a sus penitentes espíritus. Esto por supuesto no es de conocimiento público y es secreto guardado celosamente bajo siete llaves y pena de muerte (también secreta) a quién se atreviese a comentarlo.

En el Marquesado de Los Palotes no existe la pena de muerte (no oficialmente), salvo una tácita excepción instituida desde los tiempos de la colonia y que figura en un libro de deberes y obligaciones que recibe cada marqués de los Palotes al tomar la regencia del marquesado. Y que textualmente dice así:

“Al facedor de crimen y/o abusamiento sexual de infante se le condenará al despellejamiento, se le verterá luego jugo de limón en sus carnes a la manera que hacen los indios con el pescado. Se le cortarán los genitales desde la raíz, teniendo particular cuidado de mantener con vida al condenado y será expuesto en la plaza mayor con estas partes introducidas en su boca para escarmiento y advertencia al pueblo. Se dejará morir por efecto de la pérdida de sangre y luego se le dará cristiana sepultura como corresponde a la fe de nuestro señor en la que hemos sido instruidos”.

Aunque estas prácticas han caído en desuso (al menos oficialmente) la pena de muerte es mantenida en los muy pocos casos en que se presentan estos crímenes. Con motivo de no crear conflictos con organismos supervisores de los derechos humanos ni con alianzas de países que pudiesen excluirnos de gollerías. Se resolvió que estos criminales fuesen confinados de por vida en el Islote del Diablo sin recibir visita de ningún familiar, y que cualquier comunicación sería por medio de un intermediario designado como Defensor del Pueblo (esto es oficialmente). La realidad es que los condenados, una vez despedidos por sus parientes y embarcados en la ruta del olvido forzoso, acompañados por el señor Comisario, el Defensor del Pueblo y el Cardenal, son arrojados al mar sujetados a un peso adecuado que permita su descanso en el fondo del mar hasta el fin de los tiempos.

El Defensor del Pueblo comienza luego con la cristiana tarea de comunicar a los parientes el estado de salud e inquietudes de los victimados, pues oficialmente (como explique anteriormente), ellos están cumpliendo sus condenas en el Islote del Diablo y gozando de la buena salud en la medida que permite una instalación carcelaria hasta llegado el día en que deciden suicidarse, victimas de la soledad y el aislamiento al que son confinados, siendo sus cuerpos arrojados al mar, luego de una respetuosa ceremonia precedida por el cardenal (según comunicado oficial). También se da el caso en que deciden escapar lanzándose al mar y nunca más se sabe de ellos, pero según las versiones oficiales ya elaboradas con anterioridad hay una gran probabilidad de que hayan perecido debido a las fuertes corrientes marinas o a los grandes peces depredadores que circulan en los alrededores de la isla.

El Defensor del Pueblo, hombre de leyes designado a dedo por el marqués vigente, puede entonces descansar de su labor, tan cercana a la metafísica y tan poco valorada por los ciudadanos que ven en él a un comechado, convenido y defensor tan sólo de los particulares intereses del Marqués.

4 comentarios:

. dijo...

me parece bien, algo asi como la ley del talion

pero tengo una objeción...no me gusta calificar de "animal" a esta clase de enfermos
y tampoco se si ellos son conscientes de lo que hacen

pero yo tengo un hijo de nueve años, y haria exactamente lo mismo si algun enfermo de esos, le hiciera algo

besos
yo

El Marqués de Las Cubas Libres dijo...

Todos los hombres somos animales, animales racionales dicen, pero en algunos casos es justo a veces obviar esa palabrita. ¿No cree usted querida amiga?

. dijo...

si, querido amigo, asi lo creo

pero yo llamo animales a los animales, y ellos no cometen (creo) las cosas que horriblemente cometen los humanos

más besos (cuántos van?) :)
claudia

El Marqués de Las Cubas Libres dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.